Facebook ha demostrado ser una empresa vacilante y parcializada a la hora de defender los valores y reglas que han de primar y ser cumplidas en la comunicación entre sus usuarios y en los contenidos que se difunden. Nadie esperaba de un tiburón capitalista , y este lo es sin dudas, ni modales caballerescos, ni observancia de la justicia y el juego limpio, pero, al manosw, algo de decencia y dignidad. Pues hay que abandonar toda esperanza: el mismo Facebook que solo se atrevió a cerrar la cuenta de Donald Trump cuando este irresponsable y enloquecido mentiroso patológico incitó a actos de violencia el pasado 6 de enero en Washington, día en el que sus turbas de supremacistas blancos y filofascistas asaltaron el Capitolio con un balance de cinco muertos, pero que le permitió mentir, día por día y semana a semana, sobre el alcance de la pandemia, el valor de las medidas de distanciamiento social, el uso de mascarillas y la utilidad de las ciencias y las vacunas, es el que cierra parcialmente la cuenta de Nicolás Maduro, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, por difundir un mensaje acerca de las bondades del medicamento Carvativir en la prevención y tratamiento de la enfermedad.

La medida no engaña a nadie, porque Facebook tampoco engaña a nadie. La red social está repleta de apologías a las armas y a la violencia; de racismo, machismo y xenofobia; de antivalores consumistas y charlatanes anticiencia, como los que arremeten contra las vacunas, insisten en llamar al covid-19, “la epidemia china” o defienden la teoría de que la tierra es plana. Bolsonaro, el fatídico presidente de Brasil, confeso y flagrante exponente de todo lo anterior, nunca ha recibido de Facebook ni una tibia reprimenda.

¿ Es casual que un politicastro ruin, sumiso y golpista, como Luis Almagro, secretario general de la OEA, firmase con Facebook hace menos de una semana, un “acuerdo para fomentar la integridad electoral en América Latina y la defensa de los derechos humanos? Si, el mismo muñecón yanqui que propició y amparó el cruento golpe de estado en Bolivia, causante de decenas de muertos, torturados y desaparecidos. Movería a carcajadas, por la densidad hipócrita de los firmantes, de no ser porque medidas como la aplicada al presidente Nicolás Maduro, para intentar limitar la comunicación con su pueblo y el resto del mundo, podrían presagiar acciones irresponsables de mayor envergadura, como la tan acariciada intervención militar norteamericana, o un incidente prefabricado con Colombia, el paraíso de los falsos positivos y el impune asesinato de líderes sociales.

Nada nuevo bajo el sol: todo vale cuando se trata de defender sus intereses y frenar el avance de los pueblos decididos a ser libres y construir sociedades alternativas al vicioso modelo que propugna el imperio y las oligarquías locales, incluso el obsceno maridaje entre empresas como Facebook y desacreditados peones imperiales, como Almagro y la OEA, ese ministerio de colonias.

Es casi para bostezar de tedio, de no ser por lo divertido que resulta la forma en que cada vez van superando las marcas de su propia hipocresía, ante la mirada asqueada del mundo.

Miguel Mejía, Secretario General MIU