América Latina y Caribe entre EE.UU. y China

Siempre se ha dicho que Estados Unidos considera a América Latina y el Caribe como su patio trasero, aseveración que se ha generalizado sustentada en distintos hechos y/o pretensiones que los primeros imponen o intentan sobre los segundos. No obstante, la mayoría de las naciones latinoamericanas y caribeñas se encargan de negar dicha calificación haciendo uso de su soberanía y autodeterminación frente a agresiones estadounidenses salidas de tal aspiración geopolítica.

Durante su primera administración e intensificando su aspiración desde que asumió la segunda, el presidente Donal Trump recrea el monroísmo para disuadir a China, pero “no ofrece remedios para esa destrucción sin rédito, más bien transfiere a la región los traumas del narcotráfico y la inmigración, agravando la degradación social” en la misma.

Cabe destacar que la Doctrina Monroe, concebida históricamente contra los rivales europeos y luego aplicada contra la influencia de la Unión Soviética, ahora la reavivan para contrarrestar el acelerado avance del gigante asiático.

Por más formulas estratégicas que se inventa desde el Norte contra naciones de América Latina y el Caribe, bajo argumentos de MAGA (Make America Great Again, por sus siglas en inglés) “Hacer grande de nuevo a América”,  lo que queda al descubierto desde las últimas décadas es un Estados Unidos sumido en su fracaso económico, su declive productivo, su desorden social y su debilidad de espacio en el escenario geopolítico, todo, con un ilusionado exhibicionismo de poder intervencionista y militarista en procura de retomar el primer lugar en la línea de la globalización.

Ya no es lo mismo ni es igual.

América Latina está mirando hacia China y ésta mirando hacia América Latina y el Caribe. Una región con grandes potencialidades ecológicas, ambientales, turísticas, comerciales, culturales, geopolíticas; sobre todo, inmensos recursos naturales que constituyen el principal interés del Pentágono en la región, donde cada vez más se reduce el espacio para la política injerencista e intervencionista con que los Estados Unidos procura de mil maneras conservar su primacía.

Además del tema de los aranceles, decretados recientemente por Trump (merece abordaje aparte), las visitas por la región del Secretario de Estado Marco Rubio, con recetas dirigidas, de corto y mediano plazo, la administración estadounidense a través de su Comando Sur acelera la suscripción de acuerdos militares con gobiernos de su afecto implementando así la provisión armamentista con miras a los negocios del complejo industrial-militar para reducir la incidencia y presencia -por derecho- de China, a quien ve como su competidor.

La República Popular China no considera a América Latina y el Caribe como su patio trasero, sino como socio estratégico para un futuro compartido. Tras ese propósito desarrolla una diplomacia de paz, promoviendo relaciones bilaterales y multilaterales de cooperación bajo el principio de ganar-ganar, en un marco de respeto mutuo.

China tiene relaciones históricas con naciones de nuestra región que sobrepasan décadas y se han sabido mantener y avanzar bajo esos principios. En tres años, la República Dominicana tendrá su primera década de unas relaciones que avanzan por buen camino, como debe ser entre naciones independientes y soberanas.

Cabe destacar el nivel político, diplomático, comercial y de amistad y solidaridad resultado de la Cuarta Reunión Ministerial del Foro China-CELAC, realizada el pasado 13 de los corrientes en Beijing, celebrando además los diez años de esta alianza, donde el presidente Xi Jinping en su discurso de apertura reafirmó el compromiso con la soberanía, el desarrollo sostenible y la solidaridad del Sur Global. Puntualizó como logro los más de 500 mil millones de dólares en comercio con la región y 200 proyectos conjuntos desarrollados, proponiendo incluso, ampliar la cooperación en áreas claves como la unidad política, desarrollo económico, cultura, turismo, paz y medioambiente.

Reafirmó su respaldo a que los países latinoamericanos y caribeños rechacen interferencias externas, e instó a que “sigan un camino de desarrollo acorde a sus condiciones nacionales.” Y anunció que China otorgará una línea de crédito a la región por unos 9,200 millones de dólares y reforzará la colaboración respecto a la seguridad y aplicación de las leyes.

Sin dudas, dos visiones opuestas. Una clara señal del avance del multilateralismo garante de la independencia y soberanía de las naciones, de la equidad y la justicia internacional en el marco del derecho. Y, especialmente, para afrontar las actuales turbulencias geopolíticas que amenazan la región latinoamericana y caribeña y al mundo.