Una amplia mirada al mundo

El mundo está en peligro, los anhelos y avances del diálogo hacia la paz se están derrumbando por actitudes cerradas de ciertas naciones y sus líderes que pretenden hacer ver la situación global reducida a los recientes hechos entre Israel e Irán. No, la cuestión viene de más lejos atrás y va más lejos adelante. Ya no se habla tanto de superpotencias. Estamos frente a un sistema dividido en dos polos, uno que va perdiendo espacio y escenario y otro que emerge como una alternativa de futuro. Vamos al grano.

La reciente escalada entre Israel e Irán que arriba hoy a ocho días presenta nuevos cambios en la geopolítica mundial. Detrás de este conflicto generado por Israel el pasado viernes 13 de los corrientes hay intereses que se ven y otros que no se ven, resultando ser estos últimos los de mayor interés general y particular para poder desentrañar lo que parece estar en marcha acelerada: una prolongada línea de intervención occidental en Oriente Medio.

En todo este contexto, sale a relucir la competencia que se impone los propios Estados Unidos frente a China y a Rusia en un marco histórico de las superpotencias y el ámbito del debate público con centro en Oriente Medio, visto por muchos, como un área de frecuente conflicto internacional violento, donde intervienen y se cruzan lo económico, político, geopolítico, religioso, diplomático, y, donde históricamente el petróleo ocupa el centro como la codiciada riqueza del Oriente Medio.

Otro asunto a considerar es el de las armas nucleares y la campaña, por décadas, que viene desarrollando Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para crear una zona libre de armas nucleares (ZLAN) en Oriente Medio, respecto a lo cual los Estados signatarios se comprometen a no tener armas nucleares en territorios de las ZLAN y puedan concertar acuerdos de salvaguardias; pero esto, aunque se han creado algunas zonas, muy insuficiente aún, los conflictos se centran en el uso de armas de destrucción masiva, incluidas armas nucleares.

Frente a la iniciativa de la OIEA sobre la creación de una zona libre de armas y libre de armas nucleares, algunos países han reconocido poseer armas nucleares y han acogido ser parte de la ZLAN; Israel posee armas nucleares propias, según que informes de fuentes fidedignas remontan a la década de 1960, aunque todavía no lo reconoce públicamente. Bajo ese argumento, precisamente, y de que Irán estaba “cerca de obtener un arma nuclear” la pasada semana lanzó su ofensiva contra Irán, que como es natural, en su derecho soberano respondió las agresiones.

Israel atacó a Irán en un momento en que estaba negociando con Washington y en una forma como de comedia, solicita a Estados Unidos que le acompañe y se sume a dicha confrontación. Esto nadie lo creyó. La respuesta que recibió fue el apoyo inmediato del mundo árabe y musulmán unificado en torno a Irán mediante la firma de una declaración en el marco de la Organización para la Cooperación Islámica, firmada por 22 países, con la cual rechazaron la agresión de Israel. Irán acusa a Estados Unidos de respaldar la agresión israelí y lo afirma con pruebas documentales, exigiendo condena internacional.

El nivel del conflicto amerita la atención de los organismos internacionales llamados a velar por la paz. El silencio que se percibe deja un sabor amargo del compromiso y responsabilidad ante situaciones como la que vive el mundo y en el marco del respeto al derecho internacional. Más que el llamado a la paz, la procura del diálogo, pareciera que se está dejando avanzar la extensión del proyecto sionista-estadounidense para dominar la región del Oriente Medio, como parte de la estrategia hegemónica y expansionista. La dinámica que lleva el conflicto entre Israel e Irán apunta a una guerra de consecuencias impredecibles, amenazando la estabilidad de los pueblos.

Llama la atención y genera cierta interrogante, que esta confrontación ocurre en un momento en que se encaminan esfuerzos regionales e internacionales para detener el genocidio en la Franja de Gaza que Israel, muy a pesar de las respuestas de Irán, continúa.

Las circunstancias obligan a una mirada amplia al mundo, exigiendo el cese inmediato y total del conflicto en Oriente Medio que cada día se incrementa, con un llamado al diálogo para procurar el cese de las hostilidades y enrumbarnos hacia la paz firme y duradera.

Las circunstancias obligan también a un alerta regional e internacional desde y hacia ambos hemisferios, respectivamente, por la tranquilidad de nuestros pueblos y el respeto a su autodeterminación.