ELECCIONES EN TAIWAN Y EL PRINCIPIO DE UNA SOLA CHINA

Ante el resultado de la contienda electoral taiwanesa del pasado sábado 13, en la que surge como el nuevo presidente Lai Ching-te, conocido como William Lai, actual vicepresidente que se postuló como candidato por el Partido Democrático Progresista, enemigo de las ideas de unificación, quien se autodenomina como un “pragmático trabajador por la independencia de Taiwán“ no hay dudas del principio de una sola China que más de 170 países reconocen.

Como era de esperar, con su habitual doble moral, el gobierno norteamericano, en la persona de su Secretario de Estado, Antony Blinquem, se apresuró a felicitar al flamante presidente electo, en lo que China calificó como “violación del principio de una sola China”, el que oficialmente sustenta Washington, en evidente muestra de su hegemonismo e injerencismo, que lo mantiene cada vez más debilitado.

Detrás de Estados Unidos salió Japón, a través de su ministra de Asuntos Exteriores, Kamikawa Yoko, que en un comunicado felicitó al “independentista” presidente y destaca que Taiwán es un socio extremadamente crucial y amigo importante, con el que comparte valores fundamentales y sus estrechas relaciones económicas e intercambios personales.

El gobierno de Xi Jinping ha calificado a Lai como separatista y lo ha acusado de tener una dudosa integridad moral. Su partido, con los resultados electorales más recientes, garantiza un tercer mandato presidencial, lo cual es inusual. Aunque Lai habla de paz y de diálogo con China, solo recibió el 35% de los votos emitidos, lo cual expresa desconfianza de los electores hacia lo que representa.

Sea quien sea el presidente de Taiwán, no podrá escapar a las realidades geopolíticas del mundo en el que vivimos, expresadas en el poderoso avance económico y social de la República Popular China, sus 1,400 millones de habitantes y su creciente desarrollo en la nueva arquitectura del poder mundial que se construye. Ante eso, poco significa una isla habitada por menos de 24 millones de habitantes, que ocupa el lugar 21 en el mundo, por el volumen de su PIB, y que históricamente formó parte de China.

Como muestra de las realidades geopolíticas ya apuntadas, Taiwán mantiene relaciones diplomáticas con apenas 13 naciones del resto del mundo. En el caso de América Latina y el Caribe, solo con Paraguay, Belice, Guatemala y Haití, además de San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas, mientras que la República Popular China mantiene relaciones diplomáticas con 171 naciones del planeta, además de ocupar un escaño permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Cada cierto tiempo la prensa occidental especula con planes de invasión y ocupación militar de Taiwán, por parte de China, olvidando que sus dirigentes son exponentes de una cultura milenaria caracterizada por su prudencia y que China promueve en la práctica una diplomacia de paz. Por lo que debe quedar claro, sobre todo a los Estados Unidos, con su política de doble moral, a Japón y los aliados de ambos, que un conflicto querrerista en la zona solo beneficiaría a quienes necesitan desgastar a China para que no los desplace del papel rector mundial, como ya viene haciendo en numerosos renglones.

China no se ha dejado, ni se dejará provocar y logrará el objetivo de la reunificación por medios pacíficos, contando, como cuenta, con el respaldo de la comunidad internacional. Ante esta perspectiva, poco importa que el nuevo presidente taiwanés apoye la independencia de la “provincia rebelde”.

Por encima de sus deseos, están las realidades del mundo y la sabiduría del gobierno de la República Popular China. Ese proceso ya ha comenzado.

Ratificamos nuestro respaldo al principio de una sola China.

Miguel Mejía

Secretario General.

Enero 14, de 2024.

POSICION SOBRE EL PRINCIPIO DE UNA SOLA CHINA 14-1-24