Zohran Mamdani: la historia sin final
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Crisis en la vida de los estadounidenses
Me animé a escribir esta entrega sobre el tema titulado teniendo presente que en la clase política de República Dominicana no podemos estar ajenos a ningún fenómeno político o social que ocurra en cualquier parte del mundo, mucho menos en los Estados Unidos donde tenemos alrededor de dos millones de dominicanos, en su mayoría en la ciudad de Nueva York; esa metrópoli que acaba de vivir un acontecimiento electoral para muchos jamás imaginado que le da un giro en perspectiva al acontecer político y social en esa urbe con una diversidad latina. Hemos dado seguimiento a este acontecimiento y compartimos con nuestros amables lectores las reflexiones siguientes:
En 1989, no por casualidad coincidiendo con la caída del Muro de Berlín y la próxima desaparición de la URSS y los países socialistas de Europa del Este, un oscuro funcionario de la CIA y el Departamento de Estado norteamericano llamado Francis Fukuyama, acuñó un engañoso concepto, el del fin de la historia, con el que pretendía consagrar la supuesta victoria definitiva del capitalismo neoliberal.
Tres años después, las ideas esbozadas antes por Fukuyama se convertirían en un bestseller político titulado “El fin de la Historia y el último nombre”, una especie de libro sagrado o catecismo de los nuevos tiempos, que no tardaría en ser elevado a los altares del dogma.
La tesis central de esta concepción era sencilla y provenía de un estudio sesgado y cortoplacista de los datos de la realidad marcada por el hundimiento (temporal) de las experiencias socialistas iniciadas con la Revolución Socialista de Octubre: la humanidad ha llegado a un estadio de desarrollo que revela el momento final de la evolución de todas las ideologías diferentes a las del capitalismo neoliberal, que ha terminado reafirmándose como la única forma universal y definitiva de sistema y gobierno humano.
Las respuestas inmediatas a esta vanidosa y ególatra concepción neoconservadora vinieron de partes del mundo tan alejadas entre sí, como las selvas de Chiapas, las calles de La Habana y los grafitis en las paredes de algunas ciudades europeas: el levantamiento indígena liderado por el subcomandante Marcos, la decisión inquebrantable de Cuba revolucionaria de seguir construyendo el socialismo a toda costa y la frase lapidaria y premonitoria que desde las ruinas de la utopía marxista proclamaba que “la próxima vez será mejor” eran muestras palpables de que “los muertos que vos matáis gozan de buena salud”
En su momento, Fukuyama fue duramente criticado incluso por pensadores conservadores como el estadounidense Samuel Huntington, quien contrapuso a sus ideas el concepto y la teoría del “Choque de Civilizaciones”. Actualmente, Fukuyama ha matizado su concepción, muy criticada y refutada por los más recientes incidentes históricos como las pandemias, las guerras, las migraciones incontroladas, las hambrunas, la resistencia al capitalismo inhumano de alternativas diversas en todos los continentes, la degradación ambiental, el narcotráfico, entre otros.
Fukuyama y sus corifeos lo saben, aunque no lo reconozcan en voz alta: hoy más que nunca, en el plano geopolítico mundial, avanzan de manera indetenible las alternativas al capitalismo deshumanizado y mercantil en la figura de naciones como China, Vietnam y Rusia y de organizaciones como los BRICS, mientras que en el plano de alternativas y proyectos liberadores nacionales avanzan ideas reformistas, revolucionarias, socialdemócratas y socialistas que se daban por sepultadas para siempre.
Un ejemplo en Nueva York
En la ciudad de Nueva York, sede de Wall Street y de la Trump Tower, corazón y símbolo de ese capitalismo soberbio de Fukuyama, acaba de ganar las elecciones y ser electo un alcalde que se autoproclama “socialista democrático” y que para mayor horror de la derecha global es anti sionista.
Dado el contexto anterior, el triunfo de Zohran Mamdani pudiéramos afirmar es, en resumen, el último clavo que faltaba en el ataúd de la concepción de Fukuyama, atestiguando que lejos de haber sido sepultada, la historia regresa con refinadas ironías, tan del gusto de Carlos Marx, y con bríos nuevos y que ha logrado clavar sus dardos en el corazón de un sistema que no hace mucho se proclamó definitivo y eterno. Claro, sin perder de vista que el nuevo alcalde electo ha crecido dentro del capitalismo neoliberal.
Mamdani no hubiese podido lograrlo sin el enorme descrédito que aprisiona al Estado y a los partidos del sistema tradicional capitalista; sin que antes este diera muestras inequívocas de decadencia final y tuviera que apelar, como está apelando, a las guerras, la represión fascistoide dentro y fuera de los Estados Unidos, la destrucción de la siempre tambaleante democracia norteamericana y global y el terrorismo de los aranceles. Además de las amenazas intervencionistas militaristas y agresiones contra naciones soberanas, como Cuba, Nicaragua, Venezuela, Colombia, México, y todas las que le antoja.
Zohran Mamdani no es tampoco un líder político solitario, sino que está apoyado por un creciente número de seguidores, no solo en New York, sino en todo el país. Son los que resisten a los embates del infame trumpismo, votando por socialistas y demócratas, antes que por los prolongadores del establishment trumpista, como evidenciaron las victorias en New Jersey, Virginia y California. Una señal de que el tsunami recién comienza.
Nadie pida ni espere ahora una revolución socialista en los Estados Unidos con columnas de obreros, campesinos, marinos y soldados que marchan con sus fusiles y brazaletes rojos contra los baluartes del capital, ni que se exija todo el poder para los soviets. Ni es posible, ni hace falta calcar del pasado.
Lo que Mamdani promete y encarna son reformas al sistema, cambios que hagan al Estado garante de la vida digna de todos sus ciudadanos; que permita controlar al mercado y al afán de lucro, típicos del capitalismo, y priorizar la satisfacción de las necesidades de todos los seres humanos, empezando por garantizar el derecho a una vivienda social o a ser protegido ante alquileres abusivos y desalojos; que condone las deudas estudiantiles; aumente el impuesto a los más ricos; redireccione parte del presupuesto del Departamento de Policía hacia programas preventivos en las comunidades, que reconozca los graves problemas derivados del deterioro del medio ambiente y los combata; que promueva sistemas de salud al alcance de todos; que exija un salario mínimo de $15 dólares la hora, y en lo exterior , que muestre solidaridad y se oponga al sionismo genocida mediante acciones de boicot, desinversión y sanciones contra Israel.
Zohran Mamdani pertenece a un movimiento político fundado en 1982, en el seno del Partido Demócrata, llamado Socialistas Democráticos de América (DSA, por siglas en inglés), que, tras décadas con apenas 6,000 seguidores, cuenta hoy con 90,000 miembros. Y sigue creciendo.
El cambio se ha instalado en la meca del capitalismo, y es de signo socialista. Podemos decir en voz alta: La Historia ha regresado. Pero Mamdani deberá demostrarlo.
