La Moral y Cívica vuelve al aula

El 22 de julio pasado, el ministro de Educación, Luís Miguel De Camps, reafirmó la inclusión de la educación moral y cívica en el currículo educativo en todos los niveles del sistema educativo preuniversitario, a partir del año escolar 2025-2026. En esta ocasión, la materia ha sido denominada “Educación Moral y Cívica y Ética Ciudadana, decisión aprobada por el Consejo Nacional de Educación, mediante la Ordenanza 02-2025.

Las opiniones positivas no se hicieron esperar, provenientes de diversos sectores organizados, instituciones públicas y privadas, así como individuos, mismas que han sido manifiestas por distintos medios de comunicación, especialmente a través de las redes sociales, al tratarse de una decisión trascendental ante la degradación de los valores humanos, el irrespeto a las normas de convivencia, a las leyes, a la propia Constitución de la República, incitado este comportamiento por la falta de ética, de vocación de servicio, de un influencerismo desbordado, interno y externo, que está afectando la conducta humana, incluida la gran mayoría de nuestros niños, niñas, adolescentes, jóvenes de ambos sexos.

Naturalmente, somos parte de ese público que de manifiesta a favor de esta decisión oficial. No obstante, incluir esta importante materia al sistema educativo no basta sin tomar en cuenta su alcance e implicación en la transformación de la conducta humana del blanco de público a que va dirigida con repercusión en la conciencia del propio individuo, de la familia y de la sociedad en su conjunto.

Si partimos del concepto de la educación moral y cívica y respondemos preguntas vinculantes sobre lo que significa la moral, la cívica y ambas ente sí, relacionadas para los fines de la materia en la enseñanza preuniversitaria con la ética ciudadana, convoca estas acepciones a saber elegir a los profesionales que impartirá tales contenidos, mismos que, no sólo deben conocer los temas sino saberlos transmitir en el marco de los recursos didácticos, y, sobre todo, poderlos ejemplarizar con sus propios comportamientos basados en actitudes y aptitudes.

Existen varios conceptos sobre la educación moral y cívica, casi todos explícitos en su definición integral: “La Educación Moral y Cívica es una disciplina que busca promover el desenvolvimiento de valores éticos y morales como conocimiento o como práctica de los principios éticos”. También se considera como un conjunto de acciones dirigidas a que los estudiantes o alumnos (como se les llame) construyan en la teoría y en la práctica, racional y de manera autónoma, sus comportamientos.

La moral vs la cívica y la ética en la educación

Se define la Moral, como las reglas o normas por las que se rige el comportamiento o conducta de un ser humano en su relación con la sociedad, de sí mismo y su entorno más cercano; es la capacidad de comprender los principios que garantizan a sí mismo y a los demás. Y, ello implica además un comportamiento individual y colectivo relacionado con el bien y el mal, con los deberes y derechos. La moral está directamente relacionada a la ética.

La cívica, implica aspectos teóricos, políticos y prácticos; está íntimamente vinculada a la conducta de los ciudadanos conscientes de sus deberes y derechos. Se suele relacionar con el civismo sujeto al “deber cívico” que guía la actuación racional del ciudadano.

La ética, llamada también “Filosofía Moral, estudia la conducta humana, bajo el concepto de lo bueno y lo malo, lo correcto e incorrecto, el deber, la moral. Se le considera la ciencia del comportamiento moral.

No se trata de simples palabras, son adjetivos, y por tanto son cualidades con propiedades intrínsecas, para desarrollar la capacidad de comprender los principios que garantizan el respeto propio y el ajeno. Conducen, entonces, a la conciencia de la dignidad, la integridad del individuo para asumir el marco de respeto de los deberes y derechos de cada persona.

La Educación Moral y Cívica enseña los fundamentos esenciales para vivir en sociedad y la convivencia pacífica. Identifica de manera objetiva los principios educativos en la formación de los ciudadanos, o sea, señala el camino de cómo debemos comportarnos en la sociedad y está estrechamente ligada a la educación que se recibe en el seno de la familia basada, principalmente, en valores.

La Educación Moral y Cívica persigue tres objetivos estrechamente relacionados: Respetar a los demás; Adquirir y compartir valores humanos; y, construir una cultura cívica. En síntesis, fomenta la cultura del compromiso, la acción colectiva, la responsabilidad y la iniciativa; desarrolla el sentido de responsabilidad con uno mismo, con los demás, con el medio ambiente, irradia toda la enseñanza y es un elemento primordial en la enseñanza escolar,

Desde tiempos atrás, en nuestro país hemos vivido, a todos los niveles políticos y sociales episodios de inconductas relacionados con la ética y la moral; de algunos casos se ha encargado la justicia, a medias, de otros se han encargado la impunidad, y de otros tantos, la mirada y memoria popular, sin olvido ni perdón, quedando marcas imborrables, desgraciadamente.

En el ayer y el hoy de la marcha de nuestro proceso democrático se han definido políticas de Estado y dado pasos tendientes a invertir la pérdida de valores y sus terribles consecuencias, sin que todavía se haya podido llegar a la génesis del fondo de tantos males como la mentira, la violencia, el crimen organizado, la corrupción, el miedo, la deserción escolar, la drogadicción y el narcotrafico, la desintegración familiar, entre otros, para poder identificar decisiones y acciones focalizadas que produzcan cambios reales.

Hoy, en un mundo globalizado caracterizado por una crisis de valores, se apunta y se apuesta a encaminar una nueva ética ciudadana que allane el camino hacia una sociedad más fuerte en términos de la responsabilidad social, individual y colectiva.

Uno de esos pasos, lo constituye la inclusión de la Educación Moral y Cívica y Ética Ciudadana en el currículo educativo del sistema nacional de educación. Pero ha de tomarse en cuenta el perfil de los actores claves que se encargarán de desarrollar esta materia desde las aulas; decimos “desarrollar” y no impartir, porque su enseñanza debe ir más allá de enunciados teóricos, memorización, examen de selección múltiples evaluativo o de preguntas y respuestas impresas; su desarrollo tiene una amplia dimensión de doble vía más una alterna (docente-estudiante-familia). No es una materia para “exonerar”, como ocurría con la religión y la misma moral y cívica en otros tiempos, es una materia obligada, yo diría que transversal a todas las demás, porque para alfabetizar, enseñar y aprender geografía, ciencias naturales, lenguaje o matemáticas, se necesita, además de vocación, ética y educación moral y cívica. ¡Enhorabuena!