Gobernar no es más que prever
Si, como dejara escrito José Martí “Gobernar es la cualidad esencial en la constitución y gobierno de los pueblos. Gobernar no es más que prever”, entonces la imprevisión es la antítesis del buen gobierno, significando que, como definía el Apóstol de la independencia de Cuba, “… dejar de prever es un delito público”
Las decisiones de Estado han de ser obra de la previsión, del estudio previo y mesurado, del análisis histórico del problema a encarar y de sus posibles líneas de evolución. La toma de decisiones por los gobernantes es un proceso, a veces dilatado, pero siempre debe ser previsor, sopesando los pro y contra y definiendo cómo se pueden beneficiar los intereses supremos de la nación.
Por estos días se ha desatado una polémica alrededor de las críticas efectuadas por el ministro Miguel Mejía, miembro del gabinete del presidente Luis Abinader, ante la postura asumida por los resultados de las elecciones en Venezuela del pasado 28 de julio, y la incautación por autoridades norteamericanas, en territorio dominicano, de dos aeronaves venezolanas.
Como es de esperar en polémicas de este tipo, la opinión pública se mostró dividida; quienes apoyan las críticas de Mejía consideran que la postura asumida por el gobierno excede y pone en crisis la tradicional postura dominicana de respeto a la soberanía y no injerencia en los asuntos internos de otras naciones, mientras que quienes defienden la decisión adoptada argumentan que se trata de un problema de alcance hemisférico, que exige la adopción de medidas de presión sobre el gobierno de Nicolás Maduro. Estos últimos agregan que el ministro Mejía, en tanto miembro del gabinete, no debería haberlo criticado públicamente.
A reserva de que si vamos a los hechos históricos, incluso del presente, los problemas electorales y los procesos políticos de un país solo se consideran “un problema hemisférico” cuando así lo dictamina la administración norteamericana de turno, y entonces y solo entonces, se moviliza a la OEA y a otros gobiernos, lo cual no se hizo, por ejemplo, en el Perú, ni cuando un golpe de estado derrocó al presidente boliviano Evo Morales. En este último caso la OEA y gobiernos afines a la política norteamericana apoyaron el golpe.
No es en el mejor interés dominicano que estemos abandonando la política de no injerencia y respeto a la soberanía de los demás pueblos. Somos una nación que ha sufrido en carne propia, y más de una vez, las consecuencias del irrespeto a nuestra soberanía, y dicho sea de paso, compartimos una misma isla con la República de Haití. ¿Nos movilizaremos también ante los desastres políticos electorales e internos de esa nación, que nos tocan de muy cerca, o esto es solo para otras naciones ricas del hemisferio, ambicionadas por intereses geopolíticos que no son los nuestros?
El presidente Abinader ha sido sorprendido en su buena fé y confianza por malos asesores, que priorizaron los intereses foráneos a los intereses nacionales, y eso es una señal peligrosa. No hubo previsión alguna en dichos asesores al sugerir la postura que se adoptó por nuestro país formando parte de un grupo de gobiernos ante el proceso electoral venezolano.
Las críticas a lo expresado por el ministro Mejía, porser miembro del gabinete, tampoco se sostienen. Hay ministros que tienen que salir de un gobierno por corrupción o mala gestión, lo que no es el caso, y nohan despertado la santa cólera ni provocado los reproches que en ese caso se han formulado. El ministro Mejía lo ha sido de tres administraciones y no es casualidad que la tarea principal asignada por las tres haya sido el apoyo a la integración regional y las negociaciones bilaterales con gobiernos de izquierda, con los cuales los canales diplomáticos tradicionales no funcionarían. Pocos como él, batallaron durante 20 años por el establecimiento de relaciones plenas entre República Dominicana y la República Popular China. Su amistad personal con líderes de países como Brasil, México, Cuba, Nicaragua, Venezuela, Vietnam y China han constituido un activo importante para el país.
Al criticar lo criticable, Miguel Mejía se ha mostrado mucho más previsor, o mejor estratega político, que los imprevisores que asesoraron al presidente Abinader en una decisión errónea. Para eso se encuentra en el gabinete, esa es la tarea asignada, así se cumplen los deberes, sin cálculo cortesano y poniendo por encima de todo a la patria.
Porque mal que le pese a algunos, la previsión, en este caso, debería haber pasado por la ecuanimidad, la prudencia y lucidez que siempre han caracterizado las políticas del presidente Abinader.
Ellos son los imprevisores.
Eliades Acosta Matos