¿El Procónsul Blinken vino a divertirse con el merengue?

Anthony Blinken, secretario de Estado norteamericano, estuvo unas horas en República Dominicana. Su cara, siempre modosa y dramática, terminó por imponer sus propósitos ante las zalemas del gobierno del presidente Abinader y los vendepatrias habituales, que nos recuerdan a aquel ministro de relaciones exteriores conocido comoToño Mecedora, por regalarle un balance a Kennedy.

Blinken vino a dar palmaditas en el hombro, para que sus corifeos se sintieran reconocidos en su abyección. Vino a felicitar a los lacayos diplomados que se alinearon contra la Venezuela bolivariana a raíz de sus elecciones, el pasado 28 de julio. Vino a exhortar a seguir incautando aviones venezolanos y aplaudir el genocidio de Gaza. Vino y se fue… como un asteroide canalla. Como lo que es.

¿Por qué no habló de la procedencia de esas armas de alto calibre que usan las bandas criminales en Haití? El sabe muy bien que son armas americanas, llegadas a Haití desde Estados Unidos. ¿Por qué no explico cómo Guy Philips, preso en Estados Unidos llegó a Haití de repente como un héroe de guerra? Esas y otras barbaridades son las que el Proconsul ha debido venir a explicar y no a inmiscuirse en asuntos que no le competen.

Lo más doloroso de esta visita del Procónsul es que ha propiciado que República Dominicana haya abjurado de sus principios y naufragado en las aguas pútridas de la traición a un pueblo hermano. No es poca cosa: es un homenaje a Pedro Santana, a Rafael Leonidas Trujillo, a Joaquín Balaguer y a ElíasWessin Wessin.

Blinken es un fascista y el presidente Abinader lo sabe. Un nazi-sionista que aplaude el genocidio en Gaza y las peores acciones del imperio contra los pueblos. Darle la mano es bochornoso. Recibirlo con honores es traición.

El ´pueblo dominicano no votó por un gobierno genúflexo ante el imperio, sino por uno que resolviera los enormes problemas del país. No votó por lacayos, sino por patriotas. No quieremayordomo obsequiosos, sino estadistas quepudiesen sacarlo de la pobreza y la injusticia.

Blinken vino y se fue. No le importan los dominicanos. No le importa este país. Le queda poco en la dulce cogioca del poder imperial. Está a punto de ser un exsecretario. Mal para los que lo creyeron un político vigente y futuro. Mal para los ignorantes.

Pronto Blinken será pasado. Pronto sus crímenes serán olvidados. Pronto su racismo será perdonado y su patética figura nada representará.

Pronto los que nada saben de política, se quedarán aferrados a un triste muñecón vacío. Y la vida, y la historia, y la realidad los marcará con una soberbia carcajada.