En un sistema democrático, como el de República Dominicana, cuando se está en la antesala de elecciones, sobre todo presidenciales, los temas sociales adquieren colores partidarios. Por lo general, no se toman en cuenta los tiempos establecidos por las leyes de Partidos y agrupaciones políticas o electoral.
El tema del Jardín Botánico, en el marco de una iniciativa gubernamental de desarrollo vial, ha estado en la palestra pública, pareciendo que los sectores y/o personas que han expresado sus opiniones, a favor o en contra, por diversas vías, mayormente por redes digitales, fueran de la oposición política al partido del actual gobierno, incluidos opinantes del propio partido oficial que, más que una respuesta técnica, responden a opinantes de oposición o, a algún ambientalista calificado que le asignan algún color partidario. Se creó gran confusión y volvieron el tema políticamente más complejo de lo que es técnicamente.
No es así. He podido ver y escuchar opiniones muy razonables de parte de técnicos ecologistas, ambientalistas, biólogos, abogados, ingenieros civiles, refiriéndose a los aspectos de esa naturaleza, además de la jurídica, explicando las razones por las que el proyecto vial anunciado por el gobierno no es viable como teóricamente se ha estado planteando con afectación de una parte frontal del Jardín Botánico. Cabe destacar que al inicio de dichas opiniones se desconocía el contenido detallado del referido proyecto vial.
En esa tesis se expresó, en entrevista de un programa de televisión, el ex ministro de Medio Ambiente, Omar Ramírez, con quien tuve el honor de trabajar como viceministra encargada de Educación e Información Ambiental; información georreferenciada. Su posición técnica y relacionada con compromisos del país en acuerdos multilaterales ambientales, fue bien sustentada y sujeta a conocer los detalles del referido proyecto, que en ese momento se había anunciado, por parte de autoridades gubernamentales, publicar en rueda de prensa desde las instalaciones del Jardín Botánico, el miércoles 22 de los corrientes.
Previo a esa fecha, las consignas resonaban por doquier: “El Botánico no se toca” “el Botánico es de todos”. Y, finalmente se apagaron, porque el sector oficial ha anunciado que el proyecto “Solución Vial Ambiental” de ampliación de la avenida República de Colombia no afectará el Botánico o solo tocará la acera frontal próximo a la verja. No obstante, la vigilancia ciudadana continúa.
Desde la acera de enfrente
Desde dentro todos sabemos que los jardines botánicos en todo el mundo representan un lugar de primer orden en la enseñanza sobre la importancia de las plantas ‘para la vida y el ecosistema global, en la conservación y preservación de especies endémicas, nativas, en el componente de investigación y las respuestas a las amenazas que enfrenta la flora, sus hábitats; y, a través de la educación ambiental, para crear conciencia, desde los jardines botánicos se contribuye a que la ciudadanía sea responsable en su relación con los espacios verdes y pueda proteger la diversidad biológica.
También sabemos que se debe considerar el derecho internacional ambiental, que en este se establece el principio precautorio, que toda iniciativa de desarrollo, sobre todo urbano, debe tomar en cuenta las variables del desarrollo sostenible: lo económico, social y ambiental; todo proyecto de desarrollo ha de ser sostenible y como tal debe observar a la vez dichas variables. Así lo incluye la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible y metas, que, si miramos al tiempo y el transito del mismo, faltan cinco años para reevaluar avances y/o cumplimiento de dichas metas.
Los jardines botánicos tienen un valor intrínseco que comprende lo científico, biológico, ecológico y ambiental. La planificación urbana, sobre todo en áreas con estos valores y calidades marcados, debe tomarlos en cuenta para mantener el equilibrio ecológico- ambiental que incluso, en muchos casos, toca la salud humana y la vida.
Desde la acera de enfrente, sí, parados al otro lado del Jardín Botánico “Dr. Rafael María Moscoso”, en la avenida República de Colombia, y su vuelta en la avenida de Los Próceres, en Santo Domingo, podemos ver la extensión lineal de este imponente espacio verde, pulmón del Gran Santo Domingo, institución adscrita al Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, como lo es el Parque Zoológico y el Acuario Nacional, de carácter científico, educativo y de recreación que ofrece relevantes servicios ambientales. Su naturaleza es científica y de conservación de la flora nacional. Imagínese, en un momento en que los impactos del cambio climático afectan el equilibrio de la naturaleza, originando amenazas a la flora, la fauna y hasta la vida sobre el planeta.
Desde esa acera, podemos ver la conjugación que a la vista presenta ese escenario entre plantas, palmeras, su verja perimetral y acera peatonal que describen un ambiente exclusivo que pone en el imaginario real los valores ecológicos, científicos y ambientales que alberga en su interior. Por eso, desde la acera de enfrente no podemos ser un color partidario, ni oficialista ni de oposición, ni indiferente; debemos ser dolientes del patrimonio natural, sea declarado oficialmente o no, a nivel nacional o internacional, porque estas formalidades legales, importantes por demás, solo implican asirnos a una norma para circunscribir en ella el consabido deber constitucional.
Desde esa acera no podemos percibir que se tome una porción de suelo, por mínima que sea, para la necesaria ampliación vial contra el pesado tráfico vehicular en la zona señalada, porque la atractiva y significativa vista lineal de aquel imponente espacio, debe conservar la armonía de su barrera vegetal, que se extiende con todos sus componentes minerales por debajo de donde miran nuestros ojos.
Por tanto, la humilde sugerencia que como ciudadana comprometida me atrevo a plantear, desde esta columna de opinión, es que el proyecto vial sea revisado técnicamente, para armonizar y consensuar entre los actores claves, una obra de desarrollo, que ha de ser sostenible, que considere las variables económica, ambiental y social. Y, en este caso, lo social también abarca la seguridad peatonal y el acceso público a este espacio de la ciencia, la investigación, la conservación de la flora nacional, recreación y educación ciudadana.
La referencia del proyecto, que debemos reconocer su atractiva denominación según el propósito “Solución Vial y Ambiental” me ocupé leerla en el portal gubernamental, donde reiteran las autoridades que no afectará el Botánico; impactará la calidad de vida de más de 1,4 millones de personas, entre otras descripciones. Nos parece bien. Sin embargo, reitero, también sería importante prever cuántas especies de la flora allí viviente sería impactada con la reducción de la acera frontal y sus palmeras que la embellecen como muros de protección y más allá.
En un sistema democrático, como el de República Dominicana, cuando se está en la antesala de elecciones, sobre todo presidenciales, los temas sociales adquieren colores partidarios. Por lo general, no se toman en cuenta los tiempos establecidos por las leyes de Partidos y agrupaciones políticas o electoral.
El tema del Jardín Botánico, en el marco de una iniciativa gubernamental de desarrollo vial, ha estado en la palestra pública, pareciendo que los sectores y/o personas que han expresado sus opiniones, a favor o en contra, por diversas vías, mayormente por redes digitales, fueran de la oposición política al partido del actual gobierno, incluidos opinantes del propio partido oficial que, más que una respuesta técnica, responden a opinantes de oposición o, a algún ambientalista calificado que le asignan algún color partidario. Se creó gran confusión y volvieron el tema políticamente más complejo de lo que es técnicamente.
No es así. He podido ver y escuchar opiniones muy razonables de parte de técnicos ecologistas, ambientalistas, biólogos, abogados, ingenieros civiles, refiriéndose a los aspectos de esa naturaleza, además de la jurídica, explicando las razones por las que el proyecto vial anunciado por el gobierno no es viable como teóricamente se ha estado planteando con afectación de una parte frontal del Jardín Botánico. Cabe destacar que al inicio de dichas opiniones se desconocía el contenido detallado del referido proyecto vial.
En esa tesis se expresó, en entrevista de un programa de televisión, el ex ministro de Medio Ambiente, Omar Ramírez, con quien tuve el honor de trabajar como viceministra encargada de Educación e Información Ambiental; información georreferenciada. Su posición técnica y relacionada con compromisos del país en acuerdos multilaterales ambientales, fue bien sustentada y sujeta a conocer los detalles del referido proyecto, que en ese momento se había anunciado, por parte de autoridades gubernamentales, publicar en rueda de prensa desde las instalaciones del Jardín Botánico, el miércoles 22 de los corrientes.
Previo a esa fecha, las consignas resonaban por doquier: “El Botánico no se toca” “el Botánico es de todos”. Y, finalmente se apagaron, porque el sector oficial ha anunciado que el proyecto “Solución Vial Ambiental” de ampliación de la avenida República de Colombia no afectará el Botánico o solo tocará la acera frontal próximo a la verja. No obstante, la vigilancia ciudadana continúa.
Desde la acera de enfrente
Desde dentro todos sabemos que los jardines botánicos en todo el mundo representan un lugar de primer orden en la enseñanza sobre la importancia de las plantas ‘para la vida y el ecosistema global, en la conservación y preservación de especies endémicas, nativas, en el componente de investigación y las respuestas a las amenazas que enfrenta la flora, sus hábitats; y, a través de la educación ambiental, para crear conciencia, desde los jardines botánicos se contribuye a que la ciudadanía sea responsable en su relación con los espacios verdes y pueda proteger la diversidad biológica.
También sabemos que se debe considerar el derecho internacional ambiental, que en este se establece el principio precautorio, que toda iniciativa de desarrollo, sobre todo urbano, debe tomar en cuenta las variables del desarrollo sostenible: lo económico, social y ambiental; todo proyecto de desarrollo ha de ser sostenible y como tal debe observar a la vez dichas variables. Así lo incluye la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible y metas, que, si miramos al tiempo y el transito del mismo, faltan cinco años para reevaluar avances y/o cumplimiento de dichas metas.
Los jardines botánicos tienen un valor intrínseco que comprende lo científico, biológico, ecológico y ambiental. La planificación urbana, sobre todo en áreas con estos valores y calidades marcados, debe tomarlos en cuenta para mantener el equilibrio ecológico- ambiental que incluso, en muchos casos, toca la salud humana y la vida.
Desde la acera de enfrente, sí, parados al otro lado del Jardín Botánico “Dr. Rafael María Moscoso”, en la avenida República de Colombia, y su vuelta en la avenida de Los Próceres, en Santo Domingo, podemos ver la extensión lineal de este imponente espacio verde, pulmón del Gran Santo Domingo, institución adscrita al Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, como lo es el Parque Zoológico y el Acuario Nacional, de carácter científico, educativo y de recreación que ofrece relevantes servicios ambientales. Su naturaleza es científica y de conservación de la flora nacional. Imagínese, en un momento en que los impactos del cambio climático afectan el equilibrio de la naturaleza, originando amenazas a la flora, la fauna y hasta la vida sobre el planeta.
Desde esa acera, podemos ver la conjugación que a la vista presenta ese escenario entre plantas, palmeras, su verja perimetral y acera peatonal que describen un ambiente exclusivo que pone en el imaginario real los valores ecológicos, científicos y ambientales que alberga en su interior. Por eso, desde la acera de enfrente no podemos ser un color partidario, ni oficialista ni de oposición, ni indiferente; debemos ser dolientes del patrimonio natural, sea declarado oficialmente o no, a nivel nacional o internacional, porque estas formalidades legales, importantes por demás, solo implican asirnos a una norma para circunscribir en ella el consabido deber constitucional.
Desde esa acera no podemos percibir que se tome una porción de suelo, por mínima que sea, para la necesaria ampliación vial contra el pesado tráfico vehicular en la zona señalada, porque la atractiva y significativa vista lineal de aquel imponente espacio, debe conservar la armonía de su barrera vegetal, que se extiende con todos sus componentes minerales por debajo de donde miran nuestros ojos.
Por tanto, la humilde sugerencia que como ciudadana comprometida me atrevo a plantear, desde esta columna de opinión, es que el proyecto vial sea revisado técnicamente, para armonizar y consensuar entre los actores claves, una obra de desarrollo, que ha de ser sostenible, que considere las variables económica, ambiental y social. Y, en este caso, lo social también abarca la seguridad peatonal y el acceso público a este espacio de la ciencia, la investigación, la conservación de la flora nacional, recreación y educación ciudadana.
La referencia del proyecto, que debemos reconocer su atractiva denominación según el propósito “Solución Vial y Ambiental” me ocupé leerla en el portal gubernamental, donde reiteran las autoridades que no afectará el Botánico; impactará la calidad de vida de más de 1,4 millones de personas, entre otras descripciones. Nos parece bien. Sin embargo, reitero, también sería importante prever cuántas especies de la flora allí viviente sería impactada con la reducción de la acera frontal y sus palmeras que la embellecen como muros de protección y más allá.