La Habana, Cuba. Hemos venido a Cuba, encabezando una delegación partidaria, a agotar una agenda de trabajo cuya principal tarea es la firma de un acuerdo de intercambio y cooperación con el Partido Comunista de Cuba y la organización revolucionaria a que pertenezco, el Movimiento Izquierda Unida.
Suscribimos el acuerdo con el PCC y hemos desarrollado un programa en diferentes áreas y temas de manera fructífera. En mi viaje anterior a este país, en enero pasado no pude visitar a un entrañable amigo, nacido en Cuba, adoptado por los dominicanos, que, en reconocimiento a su heroísmo y a la lucha por liberar a nuestro pueblo de la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo, fue declarado Héroe Nacional, el comandante Delio Gómez Ochoa. Le visité en su residencia donde me esperó vestido con su uniforme de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, haciendo honor a su rango de Comandante del Ejército Rebelde, con su afabilidad de siempre y con su amor por el pueblo dominicano. Iniciamos nuestro diálogo, él interesado en la situación del país. Le hice un amplio recuento del proceso electoral, de la situación en Haití, y del próximo aniversario de la gesta del 14 de junio. Pese a sus 94 años y su estado de salud, el comandante Delio mostró interés por estar presente en la conmemoración de esta histórica fecha.
También me habló sobre la difícil situación por la que atraviesa Cuba como consecuencia del bloqueo de los Estados Unidos de Norteamérica y sus aliados, censurando con toda su energía lo que él califica como “una vil agresión del imperialismo norteamericano”.
A seguidas me comenta sobre su libro “La victoria de los caídos.” Le pregunto, ¿qué le motivó a escribir este libro? Responde que una joven le planteó al comandante Raúl Castro la importancia de reproducir en Cuba el libro de Vargas Llosa, “La fiesta del chivo”. Le pregunté, quién fue esa joven. “Temis Tassende- contestó- periodista cubana que llegó a estar en Punta Cana, República Dominicana, haciendo un trabajo, y quien fuera directora de la Revista Verde Olivo, órgano de las Fuerzas Armadas Revolucionarias -FAR”-. Y, agrega, que esta joven es hija de José Luis Tassende, quien fue uno de los revolucionarios asaltantes del cuartel Moncada, junto a Fidel y Raúl, el 26 de julio de 1953, acción en la que fue apresado herido y luego asesinado. Días antes del asalto le había pedido a Raúl Castro que bautizara a su hija.
“Comandante -le pregunté- qué respondió Raúl ante esa petición de su ahijada?” “Oh, le respondió que mejor era publicar en Cuba el libro “La victoria de los caídos”, de Delio Gómez Ochoa, que había salido de aquí con un grupo de expedicionarios a derrocar a Trujillo, en vez de ese libro de Vargas Llosa que no explica bien sobre la lucha contra Trujillo”
Seguidamente me habla de su encarcelamiento junto a un grupo de expedicionarios en la cárcel de La 40, y de manera jocosa me dice: “Me vi muy cerca de la muerte y que no pensaba que podría creer en Dios”, y sigue con su jocosidad…Lo que me llevó a escribir un poema de corte religioso”. “Comandante-solicité, ¿puede usted declamar parte de ese poema?”. ¡Oh claro! -dijo, y recitó la estrofa siguiente:
Señor, devuélveme el almamira que están las estrellas colgando de un hilo blanco
y una me quiere mirar.
Por el hueco de los ojos de la cava de tu Cielo
se me ha fugado el pecho
y no quiere regresar.
Una palmera me dice
que pasó por la vereda cantando una canción triste
y se metió en el palmar.
Pero como yo sé que tú sabes donde está
te pido que me la mandes como un regalo de reyes,
Porque ya no puedo más.
“Comandante-le dije emocionado- le he traído un chocolate, no sé si usted come chocolate” Me responde con una carcajada. “Desde que descubrí que los gringos les daban chocolates a sus combatientes, también como chocolate”-respondió.
Me despido del querido Delio, diciéndole: “Le deseo salud y larga vida. Nos vemos en el 65 aniversario de la Gesta de los Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo”. A lo que él responde:” Gracias Miguel y a los compañeros del MIU por su visita”.
A posteriori de nuestra conversación, le dije por teléfono que mi columna de este martes la dedicaría a este encuentro tan especial y que compartiría un par de estrofas de su poema. A lo que, con evidente indignación, dada la situación que vive su país y el mundo de hoy, me respondió: “En aquellos momentos hay que pensar que en una buena manera trataba de escapar a mis dolores, morales y materiales, tanto morales como materiales. Hoy pienso que si llegué alguna vez a creer en Dios, me doy cuenta ahora de que no podía ser así, puesto que si Dios existiera el mundo no estaría como está”.